Por sus características los residuos pueden genera un problema ambiental importante ya desde el momento en que el productor los genera.
Si hablamos de residuos municipales, el productor tiene que deshacerse de la llamada comúnmente basura debido a cuestiones de espacio, y en el caso de la fracción orgánica por los malos olores y por la posible aparición de insectos y otros organismos vivos.
Estos residuos generados se acumulan de manera temporal junto a las vías públicas de los cascos urbanos o bien en contenedores comunitarios distribuidos en diferentes puntos de la población.
En los dos casos una gestión inadecuada en la recogida de los residuos puede provocar, además de un impacto visual negativo, que aparezcan malos olores (descomposición materia orgánica) y que aparezcan y proliferen tanto insectos como roedores, con lo cual hay un evidente riesgo sanitario para la población.
Los vertederos incontrolados son un riesgo para la salud pública, un foco de contaminación para el agua y el aire, además de un cúmulo de incomodidades para la ciudadanía.
Su sellado y control se ha convertido en un objetivo para las instituciones, que se han propuesto su erradicación total y la recuperación de los espacios que ocupaban, en parte, porque ya son recintos ilegales susceptibles de ser perseguidos por la Ley.
Este tipo de vertido puede ser realizado tanto por particulares que desean perder algunos objetos de vista de la forma menos costosa posible, o como algunos municipios pequeños, que debido a la falta de medios gestionan de esta forma sus residuos urbanos.
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